Ojalá que el gobierno de la 4T escuche que, aunque son muy importantes, no basta con los programas sociales. Los expertos de la OCDE dicen que un crecimiento más fuerte y más empleos, combinados con un mayor gasto social, ayudarían a reducir la pobreza y mejorar la cohesión social.
La OCDE reconoce la gestión innovadora de la deuda, una política monetaria sólida y un tipo de cambio flexible como los tres elementos que limitaron el impacto económico de la pandemia y aseguraron el acceso a los mercados internacionales de capital.
México tendría un gran potencial para convertirse en una economía de alto crecimiento, con mejores niveles de vida para todos. Pero esto requiere visión, estrategia, políticas públicas inteligentes y su implementación eficaz. Reactivar la inversión privada y revertir el bajo crecimiento de la productividad deberían ser las prioridades del gobierno de la 4T.
¿Qué ha obstaculizado la inversión privada? Sin duda, la principal barrera es la incertidumbre. Los inversionistas nacionales e internacionales no tienen claridad de las reglas del juego, ni del diseño ni de la implementación de las políticas públicas. La incertidumbre aumentó especialmente tras la iniciativa de contrarreforma constitucional en materia eléctrica.
Es urgente imaginar lo que haremos hoy para que México se transforme en los próximos 20 años. El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) convocó al seminario "Visión de futuro: México 2042" para mañana lunes y el martes. Es importante que todos participemos. No hay que pagar nada. Nos podemos registrar hoy mismo.
Las transformaciones impulsadas desde el gobierno de la 4T han generado un nuevo ambiente político muy complicado. Durante los últimos tres años han cambiado muchas de las políticas públicas y regulaciones. Se ha introducido un factor de alto riesgo para las empresas.
Las organizaciones del sector privado tienen que planear y actuar estratégicamente. Aunque algunos quisieran la confrontación y la firmeza, y se sientan satisfechos cuando ven un desplegado en un periódico, a una plana, a colores, firmado por una organización empresarial, el efecto de eso es casi nulo. Ya no es como antes.
Hoy no basta con publicar estridentes comunicados de prensa. Tampoco es suficiente con buscar el acceso aislado a los funcionarios públicos. Las organizaciones empresariales exitosas son las que tienen una estrategia eficaz integral de relacionamiento con el gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales, con las comunidades.
En el México de 2022, está en juego la continuidad de las operaciones de los negocios, la creación de valor de las empresas, su rentabilidad. El éxito dependerá de quien sepa entender y reconciliar exitosamente los dilemas y contradicciones de las políticas públicas. El éxito dependerá de quien logre construir puentes, mantener la capacidad de interlocución, asegurar siempre un lugar en la mesa de negociación.
No sólo se trata de abrir puertas. Se requiere una nueva estrategia corporativa ante el cambio. El riesgo político es más peligroso. Vivimos el entorno gubernamental más complicado en muchos años. Se desarticuló el modelo general de equilibrio político. Las empresas son ahora más vulnerables que antes. El costo de la acción colectiva es menor. El activismo social puede ser disruptivo.
En este escenario, se requiere anticipar, pensar fuera de la caja y hacer nuevas propuestas innovadoras para crear valor público y legitimidad. La sociedad y el gobierno esperan que las empresas jueguen un nuevo papel social. Las empresas ya no son solamente responsables ante las exigencias de sus accionistas. Ahora lo son ante todos los stakeholders (grupos de interés) clientes, empleados, proveedores, comunidades locales, servidores públicos, legisladores.
"Legitimidad y apoyo" es lo que se tiene que construir en la estrategia de las empresas y de las organizaciones. Vamos a necesitar una licencia implícita o explícita de la comunidad para operar. Habrá un juicio social sobre las empresas. Ese juicio se traducirá en leyes, reglamentos y regulaciones. También se podrá convertir en acciones sociales colectivas como huelgas, protestas, boycotts, resoluciones, códigos de conducta, estándares prácticos, morales o legales. Hay un precio por acatar o no acatar.
Las organizaciones empresariales no son partidos políticos. Desde las organizaciones del sector privado, debemos hacernos siempre tres preguntas: ¿Cuál es el valor público que podemos crear? ¿Cuáles son las fuentes de legitimidad y apoyo que se requieren? ¿Cuáles son las capacidades operativas que tenemos?
El CCE es una organización pequeña, eficiente, horizontal, esbelta, pero a la vez robusta, que actúa con orden y eficacia. El principio esencial es la colaboración. El compromiso fundamental es la defensa y la promoción de los intereses de las organizaciones del sector privado.
A través del trabajo de sus comisiones, se definen, diseñan e integran propuestas de políticas públicas que después se presentan y negocian con el gobierno. El CCE cuenta con los mejores centros generadores de ideas y análisis político, económico, social y ambiental.
El CCE monitorea, anticipa, propone y defiende iniciativas ante el poder legislativo. Elabora el mejor análisis internacional y ayuda a la inserción de las organizaciones y de las empresas en el mundo. Está continuamente perfeccionando su acercamiento con la sociedad a través de sus fundaciones.
El Consejo Coordinador Empresarial crea valor público. Por eso convocó al seminario "Visión de futuro: México 2042". Ojalá que muchos participemos en esa discusión.
Para mayor información https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-seminario-del-cce-vision-de-futuro-mexico-2042-inicia-manana/