El ejemplo más claro es la forma en que las tensiones entre China y Estados Unidos están generando reacomodos en la agenda económica, pero también implicaciones en materia de seguridad. De forma que el orden internacional y la creciente competencia del actual contexto multipolar crean efectos significativos para la relación bilateral.
Sin embargo, los cambios internos y externos no impactan de manera lineal en las áreas de la relación. Cada agenda vive sus propios tiempos y coyunturas. De ahí la importancia de analizar las tendencias y los retos que plasman los diferentes momentos que se viven en tres de los ámbitos más destacados de la relación bilateral: seguridad, economía y migración.
>>> Seguridad: el mayor reto.
La agenda de seguridad en la relación bilateral se ha caracterizado por una desconfianza creciente, que ha venido mermando los niveles de cooperación. Las prioridades gubernamentales en ambos lados de la frontera, así como las afinidades, las sensibilidades y las voluntades políticas han propiciado este distanciamiento.
>>> Agenda económica: la mayor fortaleza.
Desde el inicio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994, el comercio ha sido una de las principales fortalezas en la relación bilateral. La agenda económica ha desatado procesos de integración y el desarrollo de un mercado común. A pesar de que se han vivido momentos de tensión, como la renegociación del acuerdo comercial entre 2017 y 2018, hoy México es el principal socio comercial de Estados Unidos, superando a China y Canadá en exportaciones al mercado estadounidense.
De 2022 a 2023, el valor de los bienes importados por Estados Unidos desde México aumentó casi 5%, hasta superar los 475 000 millones de dólares, mientras que las importaciones desde China disminuyeron 20%, bajando hasta 427 000 millones. Aunque los aranceles estadounidenses sobre las importaciones chinas y la respuesta estratégica de China a estos aranceles son parte de la explicación, esto también está relacionado con industrias mexicanas exitosas, como la producción automotriz.
Las crecientes tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos generan un panorama económico y comercial en el que México puede continuar expandiéndose como un exportador robusto en el mercado estadounidense. Esto requiere estrategias más fuertes para la integración económica de Norteamérica y políticas efectivas para incentivar industrias clave; particularmente, dichas condiciones pueden potenciarse con una estrategia más eficaz por parte de México para aprovechar y maximizar los procesos de deslocalización cercana (nearshoring).
Sin embargo, este contexto no está exento de riesgos, como la próxima revisión del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (la nueva versión del TLCAN), en 2026, que se debe realizar cada 6 años, y las posibles implicaciones de un segundo mandato presidencial de Donald Trump, lo que pueden llevar a momentos de inestabilidad e incertidumbre afectando la agenda económica y las relaciones comerciales. Proteger las industrias estratégicas y prepararse para atenuar los riesgos políticos es vital para conservar las fortalezas económicas en la relación bilateral.
>>> Migración: asimetrías persistentes.
Si bien la integración económica y los lazos de vinculación son crecientes, hay asimetrías que difícilmente pueden borrarse de la noche a la mañana. Una de ellas, muy clara, puede observarse en las condiciones de negociación entre ambos países en lo que refiere a la migración, que representa otro de los retos más importantes.
La relación bilateral ha experimentado cambios significativos en este ámbito desde la crisis de diciembre de 2023, un mes marcado por un pico de 301 980 encuentros forzados en la frontera suroeste de Estados Unidos, de acuerdo con cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Este número preocupante de detenciones llevó a Estados Unidos a aumentar la presión sobre México para reducir los flujos migratorios ilegales.
>>> Retos y prospectiva post-2024.
Aunque las asimetrías históricas y los desafíos persisten en la relación bilateral, el panorama internacional ofrece nuevos caminos para la integración. Particularmente, la competencia comercial entre China y Estados Unidos hace que la cooperación económica con México resulte estratégica y plantee oportunidades que deben ser aprovechadas. Sin embargo, un retorno al proteccionismo trumpista puede generar el escenario inverso.
Por su parte, las prioridades en política migratoria de Estados Unidos, compartidas por demócratas y republicanos, hacen probable que los patrones asimétricos persistan, lo que prolongaría las presiones sobre el gobierno mexicano. A su vez, la seguridad seguirá siendo el mayor de los riesgos, sin que se observe hasta ahora ninguna alternativa o estrategia por parte de México para recobrar la confianza y frenar el distanciamiento.
Es fundamental enriquecer y diversificar los canales de diálogo e integración para moderar las turbulencias y los ajustes producto de los procesos políticos de 2024. Alimentar la cercanía y las coincidencias estratégicas siempre ayudará a atenuar el peso de las inevitables asimetrías.
Septiembre 17, 2024 | Internacionalilzación