Quienes siguen las noticias estarán al tanto de que, en días recientes, organizaciones ambientalistas han denunciado que la construcción del tramo cinco del Tren Maya ha implicado perforar cavernas para introducir columnas que sostengan el tramo elevado de las vías férreas. Algunos han argumentado que esto atenta contra las cavernas, pues nadie querrá verlas atravesadas por un pilote. Pero ese daño no es a la caverna; en todo caso sería contra los intereses de quienes las consideran hermosas cuando están incólumes. Pero no todo el mundo piensa que la naturaleza intocada es hermosa. Por ejemplo, los recuentos de los viajeros del siglo XVIII se referían a la naturaleza como algo terrorífico. El argumento no funciona.
Hay argumentos mejores, y son pragmáticos: si hemos de salvaguardar la caverna es porque perforarla, digamos, contamina el agua que luego beberán los humanos, lo que atenta contra sus derechos. Por esa vía caminan los argumentos más convincentes contra la destrucción del medioambiente como lo conocemos: destruirlo deja a las personas más vulnerables a inundaciones, sequías, huracanes. Y estos desastres pueden destrozar nuestra vida. No es que las inundaciones, las sequías y los huracanes sean malos en sí; lo son, muchas veces, sus consecuencias. Todo esto no lo digo porque me parezca que la construcción del Tren Maya es impoluta, lo digo para señalar que hay argumentos en su contra que no ayudan mucho. Yo soy partidario de transformar la naturaleza en nuestro beneficio, y no de esa abstracción que es dejarla intacta. La mía es una postura que unos tachan de antropocéntrica, yo diría que más bien está centrada en los derechos, de humanos y otros animales. También cabe resaltar que no toda transformación de la naturaleza nos beneficia, por eso son importantes los estudios de impacto ambiental que ponen los derechos en el centro, a sabiendas de que la naturaleza difícilmente tiene derechos. La transformación a las carreras tiene muchas posibilidades de resultar perjudicial, sería mejor hacer las cosas según dicta la ley que protege el medioambiente.