Junto a la canadiense TC Energía y CFE, esperan para el primer trimestre del próximo año concluir un ducto marino que transportará el gas proveniente de Brownsville, Texas, y que contempla una inversión por alrededor de 4 mil millones de dólares.
El proyecto fue pensado desde 2021, pero enfrentó una serie de retos que retrasaron su operación mucho más de lo deseado por el gobierno de López Obrador. Por un lado, la oposición de comunidades y sobre todo de organismos medioambientales como Greenpeace, que incluso tomó medidas legales para evitar la construcción de un ducto terrestre.
Frente a esta postura la empresa estatal que dirige Manuel Bartlett y la canadiense tuvieron que cambiar el diseño y optar por un ducto marino -con un pequeño tramo terrestre- que implicó otra serie de retos técnicos.
El retardo, explican a LPO fuentes cercanas a este proceso, también se explica por las complejas negociaciones que entablaron ambas empresas, en donde CFE buscaría tener una participación importante, acaso comprometiendo la resolución de permisos para garantizar ser el principal cliente y con precios favorables.
Tras resolverse estas controversias se inició finalmente la construcción del gasoducto, el cual transportará la molécula a puntos de entrega en Coatzacoalcos, Veracruz, y en Paraíso, Tabasco.
De acuerdo con Leonardo Robles, vicepresidente Comercial y de Desarrollo de TC Energy, se contempla que a finales del 2024 para poder iniciar las pruebas de puesta en servicio y hacia finales del primer trimestre del 2025 empezar con la operación.
Vale decir que es el tiempo justo para poder alimentar las plantas de ciclo combinado de CFE que se prevé arranquen a finales de este año e inicios del otro.
Actualmente la comisión tiene en construcción una planta en Mérida y otra en Valladolid, las cuales tienen una capacidad de 499 y mil 20 megawatts respectivamente, y que se espera entren en operación entre noviembre de 2024 y enero de 2025.