Una de las organizaciones que ha trabajado durante décadas para lograr esto es Ashoka, una comunidad global, fundada hace 40 años por Bill Dayton y presente en más de 90 países. La organización crea las habilidades necesarias para que niños y niñas puedan convertirse en emprendedores sociales y generar cambios positivos en su entorno.
Brenda Berenice Villegas Valenzuela, líder del área de niñez y juventud en México, Centroamérica y el Caribe, compartió con Noticias ONU que emprender algo con el objetivo de desarrollar un proyecto al que le dedicas tu vida entera para solucionar problemas socioambientales, no es fácil y, por eso, Ashoka nació con la ambición de apoyarles.
Ashoka ha sido reconocida, principalmente, por impulsar el emprendimiento y la innovación social, dijo Brenda.
Con esa filosofía, la organización es ahora integrante del Comité de Economía del Secretariado Ejecutivo del Consejo Nacional de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
Generar empatía
Pero, ¿qué se necesita para que una organización del tamaño de Ashoka y un grupo de individuos puedan trabajar juntos y lograr esta conexión necesaria para que un proyecto de este nivel funcione? Empatía.
Hace 15 años Ashoka comprendió que la única razón por la que los emprendedores sociales están comprometidos con su proyecto es evitar que las nuevas generaciones sufran lo mismo que sufrieron ellos en su niñez o en su adolescencia.
Entre la edad de 12 a 20 años vivieron una experiencia que les transformó, ese llamado punto de inflexión, donde se dieron cuenta de que había una problemática socioambiental que les impactaba de manera profunda y que querían hacer algo al respecto; y no sólo eso, sino que tuvieron a una persona, una organización, a alguien que creyó en ellas y las apoyó para lograrlo, y después quisieron dedicar su vida entera al tema, agrega Brenda.
Hoy en día, 26 universidades y 31 instituciones distribuidas en seis países pertenecen a la red de Ashoka, creando espacios de aprendizaje y apoyo mutuo para transformar sus planes estratégicos, currículos y alianzas para fomentar habilidades como la empatía, el trabajo colaborativo, el liderazgo compartido y la creatividad para solucionar problemas.
¿Hay esperanza para cumplir la Agenda 2030?
Para estos jóvenes talentos y líderes de Ashoka, sí la hay. Pues si se trabaja desde el corazón y la empatía se podrá convencer a la sociedad entera de que juntas y juntos, hacemos más.
A Brenda, le gusta lo que dijo el fundador de Ashoka sobre poner el amor y el respeto en acción, porque cuando pones el amor y el respeto en acción, se genera una felicidad y un bienestar personal, que incluso repercute en la salud.
El valor con el que más me relaciono es la congruencia y si yo quiero ser una persona que viva en armonía, que tenga salud y sea consciente de las cosas que la llenan de felicidad, pues qué mejor que como jóvenes podamos poner el amor y el respeto en acción y generemos ese mundo que queremos, comenta Brenda Berenice.
Para Dave, también hay esperanza, siempre y cuando exista un pivote para que los Objetivos de Desarrollo basados en la ciencia se conviertan en objetivos basados en comunidad.
No estoy hablando de cambiar toda la Agenda 2030, hablo de que se contextualice y para eso la empatía va a ser crucial. Yo he trabajado de cerca con comunidades indígenas y puedo decir que (&) necesitan creer, necesitan confiar en que estamos interesados en la misma cosa, yo creo que ahí sí es la empatía, asegura.
Necesitamos empatizar la Agenda 2030 porque si no la gente no va a conectar con ella en los últimos cinco años y si no se conectan, vamos a estar en graves problemas, concluyó.
Diciembre 20, 2024 | Internacionalilzación