Rafael del Castillo (Cartagena, 61 años) pertenece a una de las familias de industriales cartageneros más tradicionales. Desde hace más de 160 años, sus ancestros han invertido en múltiples negocios y son reconocidos por fundar, en 1941, la harinera Molinos 3 Castillos. Su camino empresarial, sin embargo, se lo ha labrado por su cuenta: ha vendido computadores, ha fabricado tubos para la industria petrolera, mobiliario para cocinas y empaques plásticos, y ha cultivado camarón. Recientemente, se ha dedicado a la finca raíz con el proyecto Serena del Mar, la primera ciudadela sostenible del Corralito de Piedra.
Este cartagenero hasta los tuétanos como se autodefine estudió Administración de Empresas en la Universidad de Los Andes e hizo un MBA en Xavier University de Cincinnati. Tuvo la oportunidad de quedarse en Estados Unidos o de empezar su trayectoria empresarial en Bogotá, pero prefirió trabajar por el desarrollo de Cartagena y vivir con su familia allí.
En La Heroica, participó en la creación Tubos del Caribe, una fábrica de tubería para la industria petrolera perteneciente a la familia Haime, otro importante clan empresarial. Fue una apuesta visionaria y arriesgada porque hacia finales de los ochenta e inicios de los noventa era más fácil importar estos conductos que elaborarlos en el país. Aun así, gracias a la dirección de Del Castillo, que ocupó la gerencia de la compañía entre 1988 y 2006, se convirtió en una de las industrias más importantes de Cartagena, con un robusto mercado nacional e internacional.
En 2006, la multinacional Tenaris adquirió Tubos del Caribe. Con su salida de la gerencia, Del Castillo, de la mano de su amigo, el industrial bogotano Daniel Haime Gutt, comenzó a hacer realidad un nuevo sueño: construir la primera ciudadela sostenible de Cartagena. Así, en 2008, nació la gestora urbanística Novus Civitas. Tardaron ocho años en darle forma al proyecto, al que llamaron Serena del Mar.
La familia Haime tenía un terreno de mil hectáreas al norte de Cartagena que querían urbanizar, pero no de la manera tradicional explica Del Castillo. No queríamos ser una simple firma constructora, queríamos entregarle un valor agregado a la ciudad, una propuesta urbanística pensada para el futuro, que se integrara con la naturaleza y se volviera polo de crecimiento y desarrollo de Cartagena.
El empresario comenzó a examinar modelos de ciudadelas en Colombia y en el mundo, y una de las primeras conclusiones a las que llegó era que había que construir una ciudad dentro de la ciudad que proveyera una gama de servicios para hacerles cómoda y feliz la vida a sus habitantes.
Otra conclusión era que el proyecto debía armarse teniendo en cuenta la opinión de los cartageneros. Por eso, realizó encuestas preguntando cuál era el servicio que más necesitaba la ciudad. La respuesta mayoritaria fue la de servicios de salud de alta complejidad. Recurrir a la gente nos dio la línea que debíamos seguir recuerda. La ciudad soñada debía construirse alrededor de un hospital de alta complejidad que recibiera a todos los cartageneros, sin importar su condición social.
En 2016, Serena del Mar abrió la sala de ventas con un modelo en el que varias constructoras asociadas a Novus Civitas ofrecieran vivienda a un amplio sector de los cartageneros: desde vivienda de interés social hasta lujosos complejos habitacionales, porque una ciudad soñada y del futuro debía ser incluyente, explica su promotor.
En la actualidad se han urbanizado cerca de 250 de las 1.000 hectáreas, y ya hay 7.000 residentes. Entre tanto, el Centro Hospitalario Serena de Mar abrió sus puertas en 2021. En la ciudadela también se construyó una sede de la Universidad de Los Andes y un terminal de transportes. Así mismo, para concretar la idea de una ciudad en armonía con la naturaleza, el complejo lidera la recuperación de la Ciénaga de Juan Polo, que consiste en la apertura de unos anillos al mar para que este cuerpo de agua pueda oxigenarse, y recuperar su belleza y biodiversidad de antaño.
Consciente de que la ciudad soñada debe ayudar al desarrollo de su entorno, Del Castillo creó también la Fundación Serena del Mar, que trabaja con las comunidades de Manzanillo del Mar, Tierra Baja y Villa Gloria. Además de implementar estrategias relacionadas con el desarrollo social, la integración ambiental y la generación de ingresos, la Fundación puso en marcha la construcción de un megacolegio y está a la espera de levantar 200 viviendas de interés prioritario. Hoy, más de 360 emprendedores y empleados directos tienen una relación laboral con Serena del Mar.
Esta es una prueba de que se pueden construir ciudades con un plan ordenado y una visión de largo plazo, sostenibles y donde la calidad de vida sea la regla afirma Del Castillo. Todos los colombianos se merecen ciudades soñadas.