Haciendo alusión a la ya famosa intervención de James Carville en el marco de la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992, "¡es la economía, estúpido!", se pone en el centro de la discusión la importancia de abordar los temas centrales que afectan directamente la calidad de vida de los ciudadanos y la salud económica de una nación. En México, tras las recientes elecciones, el país se enfrenta a desafíos significativos en el sector inmobiliario que requieren una atención urgente y decidida.
El déficit habitacional en México es alarmante y tiene repercusiones profundas en la sociedad. Según datos de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), más de 9 millones de hogares mexicanos carecen de una vivienda adecuada y asequible. Esto contribuye a la segregación residencial y a la fragmentación social, limitando el acceso equitativo a oportunidades educativas, de empleo y de desarrollo económico, perpetuando un ciclo de desigualdad.
La gentrificación es otro fenómeno complejo que, si bien puede revitalizar áreas urbanas, también puede desplazar a residentes de bajos ingresos y aumentar los costos de vivienda de manera exponencial. Este proceso no regulado conduce a una mayor segregación residencial y a la pérdida de diversidad cultural y social en las comunidades afectadas. Ciudades como la Ciudad de México y Monterrey han experimentado estos efectos, exacerbando la crisis de vivienda para los sectores más vulnerables.
Promover incentivos adecuados para la formalización del mercado inmobiliario es crucial. Un ejemplo exitoso es el programa "Mi Casa Ya" en Colombia, que redujo significativamente la informalidad mediante subsidios directos a la compra de vivienda y financiamiento accesible.
En México, la implementación de políticas que faciliten la regularización de propiedades y promuevan el acceso equitativo a financiamiento para proyectos de vivienda son pasos esenciales para mejorar la situación. Otro aspecto importante es la digitalización de registros de propiedad, como se demuestra en algunos países que ya lo tienen implementado, puede aumentar la transparencia y seguridad del mercado, reduciendo la corrupción y los conflictos legales.
La resiliencia económica de México se fortalece al enfrentar estos desafíos del sector inmobiliario. Al mejorar la accesibilidad y la calidad de la vivienda, se sientan las bases para una economía más robusta y equitativa. La inversión en tecnologías digitales y en innovación en el mercado inmobiliario no sólo optimizará los procesos, sino que también promoverá un desarrollo urbano más sostenible y eficiente. Es esencial que las políticas públicas y las iniciativas privadas trabajen en conjunto para promover un desarrollo urbano inclusivo y sostenible.
Esto incluye la implementación de políticas de vivienda que garanticen un acceso equitativo a viviendas asequibles y la adopción de tecnologías que promuevan la integración social y económica de todas las comunidades.
Abordar los problemas del sector inmobiliario mediante incentivos adecuados y la colaboración público-privada no solo mejorará la calidad de vida de millones de mexicanos, sino que también fortalecerá la economía del país. Como decía Carville, "¡es la economía, estúpido!", y en México, más allá de buscar culpables, es cuestión de incentivos.