Parte de esta re-configuración post pandemia va ligada directamente con el uso de los espacios dentro de casa, el cual se ha tornado mixto a fin de maximizar la utilidad de los elementos que se encuentran ahí.
"Durante el aislamiento fue notorio cómo las personas se adaptaron a trabajar y/o estudiar de manera remota, dando un uso distinto a las habitaciones y objetos de casa", mencionó Alan Valadez, Director Creativo en Diagrama Arquitectos.
Con el paso del tiempo se volvió más común que las recámaras o comedores fuesen adaptadas como oficinas, aulas, áreas de ejercicio o esparcimiento, e incluso hubo quienes optaron por enlazarse con sus compañeros desde balcones o terrazas a fin de experimentar un poco de libertad estando en confinamiento.
Y cuando las restricciones sanitarias disminuyeron, tanto empresas del sector público como privado apostaron por la conservación del trabajo remoto, desencadenando que las personas remodelaran sus casas o incluso buscaran nuevos inmuebles donde el diferencial fuese la optimización funcional de los espacios y la mejora en las condiciones sensoriales provocadas por dichos espacios, conocido como neuroarquitectura.
Según el experto, "la neuroarquitectura es una disciplina que diseña espacios tomando como base la neurociencia para que la composición de éstos favorezca la estimulación de los sentidos y la mejora de las habilidades cognitivas, a la vez que relaja la mente y reduce el estrés".
Aunque la tendencia en vivienda se inclina cada vez más por espacios de menor medida (entre los 40 y 100 m2), Valadez señala que, aunque esto podría condicionar la distribución de espacios, al mismo tiempo es una oportunidad para sacar provecho de la multifuncionalidad que pueden ofrecer, simultáneamente con una correcta utilización de materiales, al favorecer la iluminación, temperatura y demás aspectos de la atmósfera al interior de estos.
Otra de las tendencias que tomó fuerza tras la pandemia, fue la denominada "Ciudad de los 15 minutos", que establece un modelo óptimo de desarrollo urbano en el que las personas puedan tener acceso en un cuarto de hora, ya sea en bicicleta o a pie, a la mayoría de los servicios y necesidades esenciales divididas en seis categorías: vivir, trabajar, abastecerse, cuidarse, educarse y descansar.
Este concepto también impulsa un modelo económico local que, aunado a las propuestas sustentables de las firmas arquitectónicas, puede incrementar la plusvalía de los inmuebles. "Hemos generado propuestas de valor en las que la calidad de vida de los habitantes se coloca al centro del proyecto; buscamos dar un giro a la arquitectura convencional fusionando nuestras ideas con las demandas actuales, entendiendo que venimos de un periodo de dos años que nos replanteó el cómo queremos vivir", concluyó el Director de la firma de arquitectos perteneciente a Levy Holding.