Entre las variables que se consideran dentro de la ecuación de rentabilidad están: 1) costos de operación y acceso a los insumos para la producción (mano de obra, agua, energía eléctrica, gas natural, etc.), 2) las ventajas comparativas (de índole geográfico, logístico, de conectividad, etc.), 3) el entorno legal, fiscal y regulatorio (en términos ambientales, laborales, de impuestos, acuerdos comerciales, etc.) y 4) por supuesto la estabilidad económica, social y de seguridad.
En estos últimos días se han publicado varias notas periodísticas que hablan sobre el anuncio de que Tesla construirá una planta de vehículos eléctricos en el municipio de Santa Catarina, Nuevo León. Mientras que algunas notas siguen argumentando el hecho de que su construcción en otro estado del país era una mejor opción, otras simplemente muestran algo de escepticismo sobre el impacto positivo de dicha inversión.
Sobre si era mejor construir la fábrica en otro estado del país, mi opinión es la siguiente. Si en algún momento se promovió la región aledaña al AIFA, al estado de Veracruz, Michoacán, Guanajuato e Hidalgo, la propuesta con mayor eco mediático (a mi juicio) fue que la nueva fábrica se construyera en algún estado del sur del país. Esta región cuenta con algunas ventajas competitivas, sobre todo en términos de recursos naturales (potencial de generación de energía y agua). Sin embargo, no ofrece las mismas condiciones en términos de infraestructura y de mano de obra calificada.
Frente a esto, hay que reconocer que el sur necesita más carreteras, ferrocarriles y aeropuertos que mejoren la logística y su conectividad. Así como de centros de educación superior que aumente la cantidad de graduados en áreas técnicas. Se debe también generar un entorno económico propicio para que no solo se instale una fábrica, sino toda una red de proveeduría y servicios. Esto, inevitablemente, nivelará con el tiempo las condiciones entre el norte y el sur.
Aunque, debemos reconocer la inversión en proyectos que desde la administración federal se está haciendo para corregir esta situación (por ejemplo, el Tren Interoceánico), habría que esperar algunos años para que estos se consoliden y empiecen a generar el efecto multiplicador esperado.
Sobre el escepticismo. Si bien hay muchas cosas que aún deben ocurrir, tan solo el anuncio manda un importante mensaje a los inversionistas y al mercado en general. En mi opinión, abona a la confianza en el estado de derecho, la estabilidad económica y social de nuestro país. Incluso, en momentos donde experimentamos mayores costos de producción y de tasas de interés.
Sin duda, la inversión de Tesla generará un efecto positivo en la región noreste del país. Se dice que la planta será al menos tres veces más grande que la planta actual de KIA en el municipio de Pesquería. Muchos de los procesos de producción serán automatizados o robotizados y se espera que genere al menos 5,000 empleos directos y 35,000 indirectos. Esto considerando la etapa de construcción (que podría durar de nueve meses a un año) y la entrada en operación de la fábrica.
Los nuevos puestos de trabajo se crearían por la expansión de las empresas de proveeduría que se encuentran en Coahuila, Tamaulipas, Aguascalientes, San Luis Potosí y Nuevo León, empresas que hoy ya abastecen de insumos a la planta de Tesla en Austin, Texas. Paralelamente, esperaríamos que se creen centros de investigación y desarrollo, y que exista transferencia de conocimiento a nuestros ingenieros.
Para que estos efectos positivos se materialicen, necesariamente también debe existir una buena política pública coordinada entre los tres niveles de gobierno. Si contamos con este elemento, es posible activar el crecimiento económico regional. Pensemos tan solo en la inversión pública para cubrir la demanda de casas, de servicios públicos, vialidades y centros educativos, a medida que el proyecto avance.
En cuanto a la inversión privada, la cual ciertamente ha expresado en distintas ocasiones la falta de proyectos en los que puede invertir, podríamos esperar que también crezca. Como lo hemos dicho, la inversión de Tesla probablemente incentive tanto el aumento de la capacidad de las empresas de proveeduría ya existentes, así como la inversión en nuevas actividades productivas.
En favor a esta última idea, tenemos que decir que el anuncio de Tesla se une al fenómeno de otras empresas automotrices que están apostándole a la electromovilidad en México. Hace unos meses atrás, BMW anunció una inversión de 865 millones de dólares (mdd) para producir autos eléctricos en San Luis Potosí. También Volkswagen y Nissan han puesto en marcha planes similares en Puebla y Aguascalientes. Bajo estas circunstancias, es posible que se consolide en México un sector de proveeduría especializada (incluyendo semiconductores, baterías y energía renovable) y una zona estratégica para la producción y distribución de vehículos eléctricos en América.
Recordemos que el monto de inversión inicial de Tesla sería de 5,000 mdd (que extraoficialmente llegaría a 10,000 mdd). Pero para dimensionar este monto, pensemos en otros proyectos (públicos o privados) que contemplen una inversión parecida en nuestro país. En este sentido, los presupuestos acumulados que están asignados a la Refinería Olmeca, el Tren Maya y el Tren Interurbano México-Toluca (incluyendo el PEF 2023 y al tipo de cambio vigente) ascienden aproximadamente a 17,353 mdd, 13,924 mdd y 5,560 mdd, respectivamente. En el caso del AIFA, el presupuesto total fue de alrededor 3,828 mdd. Ante estos números, podemos decir que el anuncio de Tesla representaría la mayor inversión privada para un solo proyecto en México en los últimos años.
Dicho todo lo anterior, y a pesar de que existen muchas cosas que tardarán en concretarse y otras tantas en las que debe trabajar el sector público y el privado, en mi opinión este anuncio manda una señal positiva para la economía del estado de Nuevo León, para la región y para el país.