Dadas estas características, la ENIGH es un instrumento utilizado para caracterizar distintas problemáticas económicas y sociales. Dentro de éstas, se encuentra el tema de la vivienda, cuya situación se ha delineado en función de los materiales, espacios y servicios que esta cuenta. En este sentido, existen dos mediciones que han coexistido desde 2008 y que se han utilizado para lo antes mencionado: calidad y espacios de la vivienda y servicios básicos de la vivienda correspondientes a la Medición Muldimensional de la Pobreza realizada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el rezago habitacional, medición realizada por la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI) y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU). Si bien ambas mediciones son similares, la del rezago habitacional no considera la parte de servicios y, en cuanto a materiales y espacios, ésta incorpora más elementos que la propuesta por CONEVAL.
En este sentido, el presente artículo tiene como objetivo mostrar algunos de los principales resultados del rezago habitacional utilizando los recientes datos de la ENIGH 2022.
El rezago habitacional considera las siguientes condiciones para clasificar a una vivienda en esta situación:
Materiales deteriorados: Construidas con paredes de material de desecho, lámina de cartón, carrizo, bambú, palma, embarro o bajareque, techo con material de desecho, lámina de cartón, palma o paja. Materiales regulares: Viviendas construidas con paredes de lámina metálica, de asbesto, o de madera, techo de lámina metálica o de asbesto, madera, tejamanil o teja y viviendas con piso de tierra.
El rezago habitacional en 2022
De acuerdo con los datos publicados por el INEGI, el número de viviendas en condición de rezago habitacional ascendió a 9 millones; es decir, 24.3% del total de las viviendas particulares habitadas en el país. Respecto a la medición realizada en 2020 (25.2%), esta cifra es 1.1 puntos porcentuales menor.
Por estrato socioeconómico, el rezago habitacional se concentra principalmente en los estratos bajos y medio bajos ya que, del total, 92.7% de las viviendas corresponden a éstos.
En cuanto a la distribución por entidad federativa, la tendencia se mantiene ya que tanto Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Guerrero y Veracruz son las entidades con el mayor número de viviendas de su parque en condición de rezago habitacional. En cuanto al grupo de entidades federativas con menor porcentaje de viviendas en rezago, destaca la Ciudad de México la cual pasó a ser la entidad con menor número de viviendas en rezago respecto a su parque total, desplazando de este puesto a Aguascalientes.
¿Hubo algún cambio en el porcentaje de viviendas en rezago habitacional en las entidades federativas respecto a lo observado en 2020?
De acuerdo con los datos, existen 10 entidades cuyo porcentaje de viviendas en rezago de 2022 es mayor al registrado en 2020. Destaca el incremento en el porcentaje de Durango (20.0% vs. 14.6%), Nayarit (22.3 vs. 19.4%), Campeche (47.2% vs 44.6%) y Tabasco (64.9% vs 62.4%). Por otra parte, las entidades con las disminuciones en el porcentaje de viviendas en rezago fueron Baja California (41.8% vs 50.9%), Colima (20.7% vs 26.1%) y Sonora (29.3% vs 33.3%).
Un dato relevante es el de la antigüedad de la vivienda; de las identificadas en rezago y que cuentan con información respecto al tiempo que tienen de haberse construido, 64.6% corresponden a viviendas construidas entre 5 y hasta 29 años; es decir, edificaciones realizadas entre 2017 y 1993.
Análisis del rezago habitacional, 2022 - rezago5 Por último, de las 9 millones de viviendas en condición de rezago habitacional, 72.8% son propias o propias en proceso de pago. De estas, el 81.3% fueron construidas por los propietarios o fueron mandadas a construir.
Es importante destacar que, aún cuando existe un porcentaje importante de viviendas en rezago habitacional, se han presentado avances en cuanto a su mitigación: recordar que, en 2008, año en que empezó la medición, 33.5% del parque se encontraba en esta condición. Ya sea por cuestiones de mercado o por acciones de política, hoy el dato es 9.2 puntos porcentuales menor al observado en el año en comento.
Si bien hay cuestiones aún por resolver, además de considerar oportunidades de mejora en la metodología[1], los resultados obtenidos deberán considerarse, desde el punto de vista del sector privado como el punto de partida para ofrecer soluciones habitacionales acorde al contexto mientras que, del lado del sector público, estos deberán ser las cifras que permitan la definición del diagnóstico, programas, productos y esquemas que deriven en la próxima política nacional de vivienda.
En cuanto a esto, se podrían abordar temas de regionalización, adecuación cultural y estado de los materiales al momento de levantar la encuesta. Estos elementos, entre otros, permitirían una mejor medición y, por consiguiente, focalización del problema y de los recursos públicos.